Las plantas no son drogas

Maha toma las primeras horas del domingo para meditar.

Al caer la noche en el parque Maria Reiche, se enciende una fogata que acoge a un grupo de personas que tocan tambores y cantan mantras Hare Krisna. Entre ellos están los hermanos Rupa y Maha, los precursores de esta manifestación, estos proclaman una forma de vida saludable y apegada a la naturaleza, la pacha mama.
Los hermanos han estado en el malecón desde que el sol tomaba posición en lo más alto del cielo miraflorino, ellos se encargan de hacer los preparativos del “Domingo Verde”. Mientras que Maha rodea con rocas la torre de palos santos bañada en hojas de coca que había armado, el mayor, Rupa, se apodera del tambor para para romper el silencio de la mañana.
Las horas avanzan y el sol se acerca cada vez más al mar, en este trascurso, llegan los curiosos y asiduos visitantes al lugar. Es simple diferenciarlos, los que ya conocen esta manifestación llegan con tambores, agua o fruta, mientras los ocasionales están a los lejos y atentos a lo que pueda pasar.
Se escucha el silbido del pututo soplado por Maha, el sol le estar por dar el pase a la luna, este sonido es la señal de que ya se debe de encender la torre de palo santos. El fuego que expulsa la fogata representa la energía de los presentes, los ánimos de todos incrementan.  
Maha camina alrededor del fuego y con voz alta proclama: “Nos reunimos alrededor del fuego sagrado, como todos los domingos, para darle frente a todos aquellos que nos discriminan por consumir sólo lo que nos da la naturaleza”.  
Rupa anima el fuego con canticos.
La mayoría se concentran para escucharlo, mientras otros toman agua, comen alguna fruta o expulsan humos de la boca con satisfacción. Maha, prosigue: “Nos quieren llamar drogadictos, pero no se dan cuenta que son ellos, los que consumen licor, cigarrillos, gaseosas, cocaína y todo lo creado por las industrias”.
Las flamas del fuego crecen en la oscuridad, los rostros de los hermanos se iluminan. Los instrumentos suenan con más fuerza al igual que los cantos y el silbido del pututo que resuena en todo el parque que esta vez sopla Rupa.
Rupa deja los sus instrumento y se une al discurso, “cuantas veces nos han querido detener, pero no han podido, estamos en nuestro derecho de expresar nuestra cultura con libertad. Por esto, aprovechamos este lugar tan concurrido y luchamos contra la corrupción que prohíbe el uso de plantas que salvan vida y que es más saludable de lo que ellos consumen”. Esto lo dice además, para hacer hincapié en las múltiples veces que se acercó el serenazgo del distrito exigiendo que el grupo abandone el lugar de inmediato, pero Rupa se defendió explicando que el lleva haciendo esto por más de ocho años sin interrupción, que es su derecho por estar en un parque público.
“Las plantas no son drogas” gritan ambos hermanos para concluir con el discurso de la manifestación que va llegando a su fin a la vez que se consume “El fuego sagrado”. Mientras el frio aumenta los visitantes se despiden. Los últimos en irse del lugar son los hermanos, toman las basuras que hayan podido dejar los presentes y se retiran.
El denominado “Domingo Verde” ha concluido y el parque vuelve a tener la tranquilidad de siempre. Donde había tambores y cantos, sólo se aprecia la quemadura que ocasionó el “Fuego sagrado” en el pasto, y como algunas cenizas se desprenden por los fuertes vientos de la noche mezclándose del malecón, donde el mar y el cielo parecen ser uno solo.

Los hermanos acaparan la atención y dan rienda al discurso.


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